viernes, 17 de mayo de 2013

RESUMEN DE ACTITUDES


LAS ACTITUDES
Las actitudes expresan la atracción o la repulsión, el agrado o el desagrado, la aprobación o la desaprobación, el amor o el odio que sentimos hacia algo o hacia alguien. En otras palabras las actitudes reflejan las valoraciones que las personas tienen sobre los distintos objetos de actitud.


DEFINICIÓN
Desde la psicología social se han propuesto distintas definiciones sobre el término «actitud». Una de las más utilizadas es la que propone que "una actitud es una tendencia psicológica que se  exprese en la evaluación de una entidad particular de algún modo favorable o desfavorable»

IMPORTANCIA DE SU ESTUDIO
Son importantes por dos razones principalmente:
En primer lugar porque influyen considerablemente en la forma en que pensamos sobre la información social y en cómo la procesamos. De esta forma, una misma información puede ser procesada e interpretada de dos maneras muy diferentes, según las actitudes de la persona hacia un hecho concreto.
La segunda de las razones por las que son importantes las actitudes es por la influencia que tienen sobre el comportamiento.

ESTRUCTURA DE LAS ACTITUDES
Las actitudes están formadas por tres componentes: el afectivo (sentimientos y emociones asociados al objeto actitudinal), el cognitivo (creencias e ideas acerca del objeto de actitud) y el componente conductual (intención de llevar a cabo un comportamiento o el propio comportamiento).
El componente cognitivo se refiere a las cogniciones o pensamientos asociados con las actitudes, que han sido denominados tradicionalmente creencias, entendidas como la asociación que la gente establece entre un objeto de actitud y varios atributos o características. Estas creencias expresan evaluaciones positivas, negativas o neutras (dirección), en mayor o menor grado (intensidad).
Las actitudes también abarcan los afectos o emociones que provoca en los individuos el objeto actitudinal. Así, el componente afectivo se refiere fundamentalmente a los sentimientos, estados de humor, emociones y respuestas del sistema nervioso autónomo, como pueden ser la regulación de la presión arterial, la frecuencia cardiaca o la dilatación o constricción de las pupilas.
El componente conductual de las actitudes se refiere tanto a las acciones que lleva a cabo una persona hacia el objeto de actitud como a la in-tención de conducta. Es decir, no es necesario mostrar un comportamiento determinado para expresar una actitud, sino que con la intención de hacerlo es suficiente.

PROPIEDADES DE LAS ACTITUDES
Las principales propiedades que caracterizan a las actitudes son su accesibilidad, fuerza, ambivalencia y el grado de conciencia que se tenga de ellas (explícitas versus implícitas). A continuación se describe cada una de estas propiedades.



a)  Accesibilidad y fuerza de las actitudes
La accesibilidad se refiere a la facilidad con la que una actitud puede ser recuperada de la memoria, y uno de sus indicadores es la velocidad con la que la actitud es recordada o activada.
La accesibilidad va a influir en la interpretación que las personas hagan de la realidad, así como en el comportamiento, de manera que cuanto más accesible sea una actitud, con mayor intensidad influirá en el comportamiento.
Otro de los factores que va a influir en que una actitud sea más o menos fuerte es el consenso social; es decir, mi actitud será más fuerte si creo que la mayoría de la gente piensa como yo.
b)  La ambivalencia actitudinal
Si bien la estructura que da origen a una determinada actitud es la integración de las evaluaciones basadas en uno dos o tres de sus componentes (cognitivo. afectivo y comportamental), las evaluaciones de cada uno de estos componentes pueden no ser consistentes entre sí.
La ambivalencia puede darse no sólo por la inconsistencia entre uno o más de los componentes de la actitud (por ejemplo, entre lo que pensamos sobre algo y nuestro comportamiento en relación con ello), sino por hacer al mismo tiempo evaluaciones contradictorias sobre un único objeto de actitud.
Otra forma de intentar restablecer la consistencia consiste en buscar y examinar detenidamente información adicional sobre el objeto de la discrepancia.

c)  Actitudes explícitas versus implícitas
A menudo podemos expresar de forma consciente y reflexiva cuáles son nuestras actitudes, así como las consecuencias que tienen sobre nuestros comportamientos y/o afectos. A estas actitudes se las denomina actitudes explícitas. Sin embargo, muchas otras veces algunas actitudes se activan de forma automática e inconsciente. A este tipo de actitudes se las denomina implícitas precisamente porque las personas no son capaces de identificarlas.

¿CÓMO SE MIDEN LAS ACTITUDES?
Cuando se habla de cómo medir las actitudes, realmente se hace referencia a cómo medir su intensidad, es decir, al grado en que se evalúa como favorable o desfavorable un objeto actitudinal.
Para medir estos parámetros existen diferentes técnicas, que se elegirán en función del tipo de actitud de la población que se quiere estudiar:
a) Medidas explícitas o directas
Tradicionalmente las actitudes han sido medidas mediante técnicas de autoinforme basándose en los tipos de escalas más conocidos:
Ø  Escalas tipo Likert: consisten en un conjunto de ítems en forma de afirmaciones o juicios referidos al objeto de actitud.
Ø  Diferencial semántico: con este tipo de medida se califica al objeto de actitud sobre un conjunto de adjetivos bipolares.
b) Medida implícitas o indirectas
Se han elaborado varios tipos de medidas implícitas:
La preexposición o priming consiste en la presentación del objeto de actitud en la pantalla de un ordenador durante unos milisegundos, seguido (en el procedimiento conocido como priming evaluativo) de una serie de palabras (normalmente adjetivos) con carga emocional positiva o negativa. Con la presentación inicial del objeto de actitud, éste queda primado. La tarea consiste en contestar, tan rápido como sea posible, si el contenido evaluativo de los adjetivos que seguían al objeto de actitud es positivo o negativo.
El test de asociación implícita (IAT) también mide tiempos de respuesta de los individuos mediante pruebas realizadas con un ordenador, tratando de comprobar el grado de asociación entre dos conceptos, uno de los cuales será el objeto de actitud.
El IAT se utiliza con frecuencia para medir actitudes prejuiciosas hacia determinados grupos sociales, ya que a menudo la deseabilidad social, el miedo a ser políticamente incorrecto o el temor a ser criticados, entre otros factores, puede hacer que las personas no expresen abiertamente sus actitudes tal y como requieren las medidas de autoinforme. En estos casos, conviene utilizar este tipo de medidas, en las que se miden respuestas automáticas muy difíciles de controlar.

¿COMO SE FORMAN LAS ACTITUDES?
En general, las personas tienen actitudes hacia una gran cantidad y variedad de estímulos, incluso sin haber tenido experiencia directa o conocimiento sobre ellos. Algunas de ellas tienen una base biológica, porque en algún momento de la historia de la humanidad se ha favorecido un determinado tipo de actitud para facilitar la supervivencia de la especie.
                Los objetivos perseguidos por las personas influirán, de manera que todo aquello que favorezca la consecución de esos objetivos se valorará más positivamente.
                El estado de ánimo también influye, de manera que cuando se está de buen humor se suelen hacer evaluaciones más positivas que cuando se está de peor humor.
                La evaluación que hagamos sobre el objeto de actitud dependerá también del estándar de evaluación utilizado, es decir, de en función de con qué lo comparemos.
Las actitudes, una vez que se forman, se almacenan en la memoria, recuperándose cuando es necesario.
Ø  Origen biológico
Hay procesos psicológicos que tienen una base biológica, como el temperamento, y éstos a su vez pueden predisponer hacia determinadas actitudes, como pueden ser las que las personas mantienen hacia algunos deportes (por ejemplo, una persona con patrón de conducta tipo A podría desarrollar una actitud favorable hacia los deportes competitivos). Además, las personas tendemos a formarnos actitudes hacia lo que está relacionado con nuestras capacidades o con nuestras características de personalidad, dándose así una influencia indirecta de lo innato sobre las actitudes, si bien esta influencia no es irreversible.

Ø  Actitudes basadas en la experiencia directa con el objeto actitudinal
La propia experiencia con el objeto de actitud puede ser la base sobre la que se forme una actitud. Por ejemplo, alguien que nunca ha tenido información alguna sobre una persona a la que acaba de conocer muy probablemente basará su actitud hacia ella en la experiencia vivida durante ese primer contacto. O alguien que por primera vez compra un producto de una determinada marca de limpieza, si al utilizarlo comprueba sus extraordinarias características de limpieza, es probable que desarrolle una actitud positiva hacia él.

Ø  Condicionamiento clásico
El efecto de condicionamiento clásico consiste en que la aparición reiterada de un evento originalmente neutro, el estímulo condicionado (EC), precediendo o simultáneo a otro estímulo biológicamente relevante (El) y capaz de provocar una reacción del organismo o respuesta incondicionada (RI), hace que la mera presentación aislada del EC acabe por producir también una reacción similar a la RI, conocida como «respuesta condicionada» (RC).
La peculiaridad del condicionamiento clásico en relación a la formación de actitudes es que es duradero y resistente a la extinción. Además, a veces se puede producir incluso con una única exposición (por ejemplo, alguien que tenga una muy mala experiencia con una persona o un animal, aunque haya tenido sólo esa experiencia), y no es necesario que la persona sea consciente de la asociación entre ambos estímulos (condicionado e incondicionado).

Ø  Condicionamiento instrumental u operante
El condicionamiento instrumental u operante es una forma de aprendizaje en la que la consecuencia es contingente a la respuesta que previamente ha emitido el sujeto. Si la consecuencia es positiva o se ha conseguido evitar una negativa (o sea, se ha producido un refuerzo), se espera que aumente la frecuencia y/o intensidad de la respuesta; si por el contrario la consecuencia es negativa o se ha evitado una positiva (es decir, se produce un castigo), se espera una disminución de la respuesta.
Así, en el aprendizaje de las actitudes se entiende que cuando una actitud va seguida de respuestas positivas, aumentará su intensidad, pero si va seguida de consecuencias negativas, disminuirá su intensidad o incluso desaparecerá la actitud.

Ø  Aprendizaje vicario o modelado
A menudo la gente imita las actitudes de los demás, pues al haber observado previamente las consecuencias que tales actitudes han tenido para esas personas, éstas le han servido de referencia. Cuanto más se identifique la persona con aquella a la que está imitando, más eficaz será este tipo de aprendizaje.
Este aprendizaje de las actitudes se observa frecuentemente en el desarrollo de ideas y creencias, ideologías políticas, creencias religiosas, etc.

¿PARA QUÉ SIRVEN LAS ACTITUDES?
La cuestión sobre la utilidad de las actitudes es una de las preguntas que con más ahínco ha intentado responder la psicología social. Algunos autores han propuesto que las actitudes sirven a una variedad de necesidades o funciones psicológicas, concluyendo, mayoría de las respuestas que se han dado que las actitudes ayudan a los individuos a adaptarse al medio, a sobrevivir dentro de él.

Ø  Función instrumental
Tiene lugar cuando la actitud sirve a la persona para alcanzar objetivos que le reporten beneficios tangibles o un ajuste a la situación, así como para evitar objetivos no deseados; por ejemplo, cuando apoyamos a un candidato político porque sabemos que podemos obtener un beneficio posteriormente, como un puesto de trabajo, una promoción laboral, etc., o cuando un adolescente mantiene actitudes favorables hacia determinadas acciones para que sus amigos lo valoren y lo acepten en el grupo. Dicho de otra forma, las personas desarrollan actitudes positivas hacia lo que les aporta beneficios, y actitudes negativas hacia aquello que está asociado con consecuencias negativas. 

Ø  Función expresiva de valores
Esta función la desempeña una actitud cuan-do nos permite la expresión abierta de los pensamientos y sentimientos que queremos que los demás conozcan de nosotros. Por ejemplo, la expresión de una actitud favorable hacia un partido político cuando a través de ella se comunica a los demás la propia posición personal sobre una serie de cuestiones políticas y sociales; o adoptar un modo de vestir o seguir una moda que permite a los demás identificarnos como pertenecientes a un grupo o movimiento social concreto. Es, por tanto, una forma de reafirmarse en las propias creencias, opiniones, preferencias, etc.
Ø  Función cognoscitiva
Según esta función, las actitudes ayudarán a los individuos a organizar la información que proviene de los objetos de actitud en función de la valoración que se haya hecho de ellos, estructurando y dando coherencia a la sobrecarga de estímulos a los que las personas estamos; expuestas continuamente. De esta forma, las personas podrán determinar rápidamente si un objeto de actitud es beneficioso o dañino para uno mismo y para su propio bienestar. Asimismo, ayudarán a las personas a saber qué pueden esperar de los demás (cuando el objeto de actitud es alguien y no algo), y, por tanto, hacen que el mundo sea más predecible.

Ø  Función de defensa del yo
Tiene lugar cuando las actitudes contribuyen a mantener la autoestima personal o la autoestima basada en el grupo al que se pertenece. Esto ocurre, por ejemplo, cuando se realizan comparaciones sociales en las que los miembros de otros grupos son evaluados más negativamente que uno mismo o que el propio grupo (endogrupo). Esto puede dar lugar a actitudes prejuiciosas, al evaluar negativamente a personas de otros grupos sociales (exogrupos). Por ejemplo, la actitud de desprecio hacia los homosexuales puede traducirse en un refuerzo de la imagen de masculinidad para los hombres que mantienen dicha actitud.



¿CUÁL ES LA RELACIÓN DE LAS ACTITUDES CON EL COMPORTAMIENTO?
Al hablar de todos los factores que influyen en la relación entre actitud y conducta, sean cuales sean, se hace referencia a cuándo se da o no esa influencia de la actitud sobre la conducta. Sin embargo, no se ha mencionado cómo se produce dicha influencia. Para intentar responder a esta pregunta han surgido complejos modelos teóricos que intentan analizar los procesos o desencadenantes que relacionan una actitud con una conducta. Los trabajos realizados en esta línea apuntan a la conclusión de que hay dos mecanismos básicos, que se describen en el modelo de la acción razonada de Fishbein y Ajzen (1980) y en el modelo procesual de Fazio (1989).

Ø  Factores que afectan a la influencia de la actitud sobre la conducta
Las normas sociales se refieren a las reglas que indican cómo las personas, supuestamente, han de comportarse en una situación dada. Por este motivo, algunas veces las personas puede que no expresen sus actitudes porque, si lo hacen, serían contrarias a las normas aceptadas en una situación social
También podría señalarse un tercer factor a tener en cuenta a la hora de analizar las características del contexto que influyen sobre el vínculo actitud-conducta: la elección misma de las situaciones en las que se desea participar. Las personas tienden a preferir situaciones que les permitan mantener una coherencia entre sus actitudes y sus conductas, es decir, situaciones en las que lo que se piensa y lo que se hace coincide.
Un factor asociado a la propia actitud que influye en la relación entre actitud y conducta es su especificidad. Entendemos por especificidad el grado de precisión con el que están definidas la actitud y la conducta relacionada con ella. Con frecuencia se ha cometido un error en el estudio de la relación entre la actitud y la conducta, y es que se ha pretendido pronosticar una conducta muy concreta a partir de una actitud más general.
Ø  La teoría de la acción razonada
La teoría de la acción razonada estudia los procesos psicológicos que intervienen entre la activación de una actitud y la respuesta conductual llevada a cabo hacia dicho objeto. Fue diseñada para explicar y predecir el comportamiento humano en contextos específicos, y es aplicable a conductas deliberadas. Esta teoría asume que la mayoría de los comportamientos están bajo el control del propio individuo y, por tanto, el principal determinante de la conducta será que la persona tenga intención, o no, de realizar ese comportamiento.

Ø  El modelo MODE
Los dos modelos anteriores parecen ajustarse bastante bien a situaciones en las que tenemos tiempo para pensar, razonar y planificar. Sin embargo, no siempre contamos con ese tiempo para decidir cómo actuar. A veces las actitudes hacia determinados comportamientos pueden producir respuestas conductuales que no están mediadas por la intención de conducta, influyendo en el comportamiento de un modo más directo y automático; por ejemplo, cuando se da una situación en la que no hay tiempo para pensar qué hacer, como puede ser el esquivar por la calle a alguien a quien no queremos saludar y de repente nos topamos con él, o a alguien que se acerca a pedir dinero, etc.
En resumen, podemos decir que el estudio de las actitudes ha ocupado una parte considerable del trabajo de los psicólogos sociales, reflejando así su importancia. 


5 comentarios: